Esta es la historia de Ana (no es su nombre real):
Ana era una joven de 27 años que desde pequeña se veía a sí misma como una chica muy poco atractiva. Ella era delgada y alta, con cabello liso rubio y ojos marrones.
Cada vez que quedaba con sus amigas o salía a la calle le invadían pensamientos negativos, se comparaba con cada persona que pasaba a su lado. Especialmente de sus amigas. Se sentía avergonzada cuando iban a la playa, siendo incapaz de meterse en el agua y quedarse en bikini para evitar exponer su cuerpo. Aunque hiciera calor, ella prefería quedarse en camiseta y vaqueros largos con tal de taparse.
No se sentía bonita y esta falta de autoestima empezó a afectar todos los aspectos de su vida. Trataba de evitar cualquier tipo de evento social y esquivaba hacer cosas que la pusieran en el centro de atención.
Cuando se miraba al espejo solo era capaz de fijarse en lo que no le gustaba de ella. Estaba obsesionada con comer muy pocas calorías y hacer ejercicio para quemar todo lo que ingería.
Hace un mes se vio obligada a dejar el trabajo en el que llevaba 3 años (dependienta de tienda de ropa) por la ansiedad que le ocasionaba estar expuesta al público. Entonces, se dio cuenta de que necesitaba ayuda y recurrió a la hipnosis. Al principio Ana estaba escéptica, pero decidió darle una oportunidad.
Buscó un terapeuta experimentado y comenzó el tratamiento. Durante las sesiones, el terapeuta la guiaba hacia un estado de relajación profunda, y le repetía frases positivas sobre ella misma. Le decía que era hermosa, inteligente y digna de amor. Ana al principio no creía en las palabras, pero progresivamente comenzó a sentirse mejor consigo misma.
Con el tiempo, Ana comenzó a notar un cambio en su actitud hacia su cuerpo y su vida en general. Ya no se comparaba con otras personas y empezó a apreciar su propia belleza. Se dio cuenta de que igual que ella veía la belleza de otras personas, otras personas eran capaz de ver la de Ana.
Ana necesitó 3 sesiones de Hipnosis y cambió definitivamente su calidad de vida. Esta vez se levantaba motivada por las mañanas, comprendía que la comida es la gasolina que su cuerpo necesitaba para funcionar correctamente. Y poco a poco volvió a ser la dueña de su vida.
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